La importancia de la investigación en las Ciencias Sociales

Javier Delgado Martínez
12 min readJun 2, 2021

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“La frase ciencia social da pie a imaginarse a un robot dentro de un laboratorio de estadística que reduce la actividad humana a dígitos y fórmulas simplificadas insensibles” (Donovan y Hoover, 2013, pág. 2). Estas imágenes creadas han sido erróneas. Como cualquier otro modo, entender a la ciencia social puede tener fines perversos como también puede ser utilizada para el entendimiento de la personalidad humana (ibíd). Al testear pensamientos en contra de las observaciones de la realidad, la ciencia ayuda a liberar la indagación de la parcialidad y el prejuicio. La palabra ciencia representa una gran propuesta en nuestra cultura, hay quienes incluso la consideran el rival de la religión en la era moderna. En este sentido es importante establecer una serie de descripciones en contraste con otras formas de conocimiento.

Primero, debemos identificar algunas distracciones que pueden ser ignoradas. Se le confunde comúnmente a la ciencia con la tecnología, la cual es la aplicación de la ciencia en varias tareas (Donovan y Hoover, 2013). Otra distracción viene al identificar a ciertas personas como científicos. Si bien, esta premisa no puede considerarse totalmente errónea, si es importante apuntar que existen científicos como no científicos; los primeros se especializan en enfoques de conocimiento mientras que los segundos que incluye al resto, participamos en la manera científica de pensar (ibíd), en otras palabras, la ciencia: es la forma de indagar todo aquello que es común a los seres humanos.

Así, la ciencia es el proceso de pensamiento y elaboración de preguntas, se asume de diferentes maneras acerca de que sabemos “algo”. Por ello, el método científico es una serie de criterios para decidir cómo, los conflictos acerca de diferentes puntos de vista sobre la realidad, pueden ser resueltos (Donovan y Hoover, 2013). Ofrece una estrategia que los investigadores pueden utilizar cuando se enfrentan a determinada pregunta. Ofrece de igual manera a los consumidores de investigación la habilidad de enfrentarse a la pregunta sobre cómo la evidencia se ha ido desarrollando y se ha utilizado al tratar de obtener alguna conclusión.

Los elementos de la estrategia científica son en sí mismos, fáciles de entender. Existen conceptos, variables, hipótesis, medidas y teorías. La forma en la cual estos elementos se combinan — constituye el método científico (Donovan y Hoover, 2013). Es la función de la teoría el dar sentido y motivación a este método al permitirnos interpretar lo que es observado. De esta manera, Donovan y Hoover (2013), describen cinco fases en las que el método científico se desarrolla:

1. Identificar las variables a estudiar.

2. Formular una hipótesis acerca de la relación entre una variable con otra o con alguna situación.

3. Elaborar una prueba de la realidad en la que cambios en las variables puedan ser medidos para saber si la relación hipotética es evidenciable.

4. Comparar la relación medida entre las variables con la hipótesis original y desarrollar generalizaciones acerca de los resultados.

5. Proveer sugerencias acerca de la significancia teórica de los resultados, de los factores involucrados en la prueba que puedan distorsionar los resultados, así como algunas otras hipótesis que la indagación misma genere en la mente.

Sumado a lo anterior, debemos hacer notar dos palabras importantes que son integrales al método científico. Estas son ‘hecho’ y ‘verdad’ (Donovan y Hoover, 2013). Para la primera, se asume a algo sucedido, el cual es percibido no por un neutral y omnipotente observador, sino por la gente misma, la cual, tiene poderes limitados de observación y estructuras de instinto e interés que influencian el cómo percibe al mundo (ibíd). Por otro lado, el concepto de verdad es altamente importante para los filósofos, mientras que los científicos tienden a operar sobre aseveraciones falsificables que puedan ser probadas por alguien más.

Cada proposición científica o generalización se sustenta de tal forma que observaciones posteriores puedan proveer ya sea evidencia comprobable o evidencia que genere preguntas sobre la certeza del posicionamiento. De esta manera, “creer en la ciencia”, implica el estar comprometidos al escrutinio basado en la observación que pueda ser replicada, en lugar de cualquier otra clase de evidencia o proceso mental (Donovan y Hoover, 2013).

“Separar la ciencia de la fe, y reconocer su sentido de aspiración al conocimiento económico y social, es el propósito que perseguir” según Weber (2001, pág. 99); así, la validez objetiva de todo saber empírico descansa en esto y solo en esto: “que la realidad dada se ordene según categorías que son subjetivas en un sentido especifico en cuanto representan el presupuesto de nuestro conocimiento y están ligadas al presupuesto del valor de aquella verdad que solo el saber empírico puede proporcionarnos” (ibíd).

La anterior premisa establecida por Max Weber en 1904, nos arroja precisamente al interés e importancia de las ciencias sociales para la investigación científica. Sin embargo, esto no le desliga del eterno debate entre la investigación cualitativa y la cuantitativa. Por muchos años, ha habido la opción a tomar al adentrarse a la investigación social; las dos alternativas han sido precisamente la cualitativa y la cuantitativa, esta última, trata de seguir esencialmente la ruta de investigadores conocidos en las ciencias naturales o ciencias “duras” tales como la física, la química y la biología (Robson y McCartan, 2016). Defensores del enfoque cualitativo consideran que, como la investigación social es de humanos en situaciones sociales, se necesita un enfoque muy diferente para realizar dicha tarea (ibíd).

La consciencia humana y el lenguaje, las interacciones entre personas en situaciones sociales, el hecho de que tanto el investigador como el investigado, todos, son requeridos a considerar y hacer posible un enfoque radicalmente diferente a la investigación, aunque la critica a este enfoque

siempre esté presente, investigadores sociales han y deberán hacer caso omiso al abordar temas bajo este rubro. En este sentido, investigadores cuantitativos claman que el enfoque científico es la única manera de conducir una investigación “seria”, y generan dudas sobre el valor del enfoque cualitativo. Por su parte, los defensores y promotores del enfoque cualitativo argumentan que, el dato duro entre números y estadísticas, no es, en definitiva, la manera de entender algo de significancia relativo a las personas y sus problemas (Robson y McCartan, 2016).

Existen diferencias al hacer investigación social en cada uno de los enfoques antes mencionados. Cualquier investigación que produzca resultados y no sea cuantitativa puede clasificarse como investigación cualitativa, esta generalmente busca describir y/o analizar individuos, grupos, organizaciones, agencias, comunidades o algún patrón de interacción social (Johnson, Scott y Garrison, 2016). Estos mismos autores hacen la siguiente clasificación de la investigación cualitativa:

• Empática: donde el investigador intenta entender el porqué de pensamiento, sentimiento y acción de aquellos ‘estudiados’.

• Longitudinal: el análisis generalmente toma lugar en el tiempo con un cambio sustancial en la descripción y/o el análisis existiendo un énfasis particular en dicho proceso.

• Descriptiva: gente, lugares y escenarios son usualmente descritos a detalle bajo una rica narrativa que reemplaza a los números (datos duros) de la investigación cuantitativa.

• No estructurada: a diferencia de la comprobación hipotética de la investigación, la estrategia aquí es abierta, en el sentido de que en algunos casos el investigador puede no haber decidido a priori aquello que será investigado. Este enfoque abierto y no estructurado permite tópicos o eventos inesperados que serán investigados y hace una construcción teórica en lugar de una comprobación teórica.

Aún más, cuando tendemos a dicotomizar ambos enfoques para la investigación social entre aquellos que usan o no la estadística respectivamente, limita nuestro entendimiento sobre las diferencias que van mas allá de la comparación de números. En este sentido Johnson et al. (2016), elaboran las siguientes tablas:

Podemos observar las diferencias entre ambos enfoques a partir de palabras descriptivas. En la siguiente tabla, se resume lo que Bryman (1994) en Johnson et al. (2016) describe sobre ciertos aspectos y su relación en ambos enfoques y resalta su diferencia.

Podemos decir en términos generales que:

La práctica investigadora se puede desarrollar de formas muy diferentes a partir de la selección de opciones que se ubican en un continuo entre la actividad de «producción estandarizada» — uso de un conjunto estructurado y protocolizado de herramientas nítidamente definidas — y la «artesanal» — actividad sistemática, pero también flexible, adaptable y creativa de quien va abriéndose caminos y tomando decisiones a medida que se desarrolla la investigación (Gordo y Serrano, 2008, pág. XVI).

Parten de que la investigación social cualitativa se aproxima (o por lo menos debería aproximarse, si queremos extraer de ella toda su potencialidad), al segundo de estos polos del continuum1. De esta manera, la investigación social se constituye como un proceso abierto, creativo, deseablemente modificable y flexible, y necesariamente adaptado a las especificidades del objeto concreto de la investigación, tanto en el uso de la teoría como en el de los métodos (ibíd).

El proceso de investigación ha de estar inserto en un marco de comprensión de la finalidad del objeto de dicha investigación, su «para qué». Al mismo tiempo, debe adaptarse a su dinamismo, así como al contexto sociohistórico concreto en el cual se inscribe con las limitaciones que este mismo contexto impone al propio proceso de investigación La complejidad o multidimensionalidad de la realidad social pone de relieve la insuficiencia de la aproximación únicamente empírica. Ninguna investigación puede abarcar la totalidad de las dimensiones y niveles de la realidad social, que está constantemente transformándose. Cualquier fenómeno social que se observe es único e histórico, de manera que es imposible que se reproduzca de la misma manera, de ahí la necesidad de considerar al mismo tiempo factores históricos y generales, así como contextos particulares (Gordo y Serrano, 2008, pág. XVII).

Esta complejidad y dinamismo, así como la reflexividad que caracteriza lo social, “plantea la necesidad constante de reinventar los métodos y sus dispositivos para adaptarlos a las peculiares características y a las formas particulares que adoptan los fenómenos sociales en contextos sociohistóricos específicos” (Gordo y Serrano, 2008, pág. XVII).

La cuestión de la investigación cualitativa ha emergido con mucha fuerza en el escenario de la psicología desde la década de los ochenta, a pesar que comenzó a tener un impacto fuerte en la sociología y en la educación ya en la década del setenta, bajo la influencia de los trabajos de Glasser y Strauss en 1967, Bogdan y Taylor en 1975 y otros (Rey, 1998). En ambas esferas, la influencia de la etnografía fue fuerte y la investigación cualitativa se extendió con fuerza en las décadas subsiguientes. Sin embargo, la introducción de la investigación cualitativa en la psicología, no ocurre hasta la década de los ochenta y principios de los 90, donde siempre ha encontrado una fuerte resistencia en los medios académicos, donde lo cuantitativo se ha institucionalizado como lo científico (ibíd).

Las causas de la resistencia a lo cualitativo dentro de la psicología, tiene que ver con la fuerte influencia que históricamente ha tenido sobre ella el paradigma positivista, el cual se arraigó profundamente a nivel metodológico por la hegemonía de la psicología experimental y de los test psicométricos, sobre cuyas bases se desarrollaron la investigación y la práctica psicológica prácticamente en todas las esferas, con excepción de la psicología clínica, que fue el escenario dentro del cual aparecieron y se desarrollaron las diferentes escuelas dinámicas, desde el psicoanálisis hasta el humanismo (Rey, 1998, pág. 61).

El desarrollo de las diferentes escuelas dinámicas dentro de la psicología clínica representó una ruptura con las posiciones dominantes de la psicología experimental y psicométrica, a pesar que dentro de las escuelas dinámicas el interés explícito por el desarrollo de los temas metodológicos se expresó principalmente en el humanismo, en los trabajos dedicados al tema de Allport, Maslow y Rogers, quienes explícitamente critican las posiciones dominantes dentro de la psicología positivista (Rey, 1998, pág. 61), sin embargo, ya la obra de Freud presentaba un conjunto de supuestos que, a pesar de que no los desarrolla para abrir un cuestionamiento explícito de carácter epistemológico y/o metodológico, son profundamente cuestionadores de los principios que sustentan el mainstream de la psicología empiricista norteamericana (ibíd).

Por su parte, Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio (2014), un clásico en la metodología de la investigación, nos dicen que existen dos grandes mitos que se han construido alrededor de la investigación científica.

Primer mito: “la investigación es sumamente complicada y difícil”. Durante años, algunas personas han dicho que la investigación es muy complicada, difícil, exclusiva para personas de edad avanzada, con pipa, lentes, barba y pelo canoso, además de desaliñado, propia de “mentes privilegiadas”; incluso, un asunto de “genios”. Sin embargo, la investigación no es nada de esto. La verdad es que no resulta tan intrincada ni difícil. Cualquier ser humano puede hacer investigación y realizarla correctamente, si aplica rigurosamente el proceso correspondiente. Lo que se requiere es conocer dichos procesos y sus herramientas fundamentales (ibíd).

Segundo mito: “la investigación no está vinculada al mundo cotidiano, a la realidad”. Hay estudiantes que piensan que la investigación científica es algo que no tiene relación con la realidad cotidiana. Otros alumnos consideran que es algo que solamente se acostumbra hacer en centros muy especializados e institutos con nombres largos y complicados (Hernández Sampieri et al., 2014)

En primer lugar, es necesario recordar que la mayor parte de los inventos y tecnologías en el mundo, de una u otra forma, son producto de la investigación. Creaciones que, desde luego, tienen que ver con nuestra vida diaria: desde el proyector de cine, el nailon, el marcapasos, la aspiradora, el motor de combustión, el teléfono celular o móvil y el CD; hasta la electricidad, computadoras, naves espaciales, medicamentos, vacunas, cohetes, juguetes de todo tipo y prendas de vestir que utilizamos cotidianamente. Gracias a la investigación se generan procesos industriales, se desarrollan organizaciones y sabemos cómo es la historia del universo y la humanidad, desde las primeras civilizaciones hasta los tiempos actuales. Asimismo, podemos conocer desde nuestra propia estructura mental y genética, hasta cómo impactar un cometa en plena trayectoria a millones de kilómetros de la Tierra, además de explorar el espacio. Incluso, en la investigación se abordan temas como las relaciones interpersonales

(amistad, noviazgo y matrimonio), la violencia, los programas de televisión, el trabajo, las enfermedades, las elecciones presidenciales, los deportes, las emociones humanas, la manera de vestirnos, la familia y otros más que son habituales en nuestras vidas (tomado del Prólogo de Hernández Sampieri et al., 2014, pág. XXIII).

Conclusión

Como hemos visto, la ciencia y la ciencia social específicamente, ha venido a llenar el vacío que existía hace siglos cuando la ciencia inicial se enfocaba en cuestiones medibles mayormente como lo es la naturaleza física, química y biológica. Hemos podido observar que, si bien la ciencia busca entender al ser humano en todos sus aspectos, el intangible considero, es el más difícil de abordar. Sabemos que tanto somos una parte física como el cuerpo, también somos una parte emocional e intelectual, es decir, también somos aquello que Descartes denominaba como dualismo: cuerpo y mente (aunque cabe aclarar que se refirió en su momento al alma más que a la adaptación que se ha hecho al termino entendido como psique). Es pues en este sentido, avalar y reconocer la importancia de las ciencias sociales conocidas también como humanidades tales como la psicología, la filosofía y la sociología por solo mencionar algunas, de sumo valor en el proceso de entendimiento del ser humano. A pesar de la crítica al enfoque cualitativo que abarca precisamente a las ciencias antes mencionadas, es importante reconocer el hecho de que no constituyan precisamente su fundamento en el dato duro, el uso del método científico “adaptado” posee el mismo valor que su contraparte, incluso, es importante señalar que se ha dualisado y distanciado un enfoque del otro erróneamente, ya que al final de los resultados en una investigación cualitativa, el uso de números o estadísticas son altamente útiles en el complemento e interpretación de los datos obtenidos, como también lo son aquellos en los que el número y la estadística, no tiene cabida, como lo es en un estudio de caso, una etnografía, o una historia oral entre otros.

1 Según Jean Liedloff, el concepto del Continuum se refiere a la idea de que, para alcanzar un óptimo desarrollo físico, mental y emocional, los seres humanos — especialmente los bebés — necesitamos vivir las experiencias adaptativas que han sido básicas para nuestra especie a lo largo del proceso de nuestra evolución. www.angelfire.com/folk/celtiberia/continuum.html

Bibliografía

Donovan, T., y Hoover, K. R. (2013). The elements of social scientific thinking. United States of America. Westview Press.

Gordo, Á. J., y Serrano, A. (2008). Estrategias y prácticas cualitativas de investigación social (pp. 155–188). Madrid. Pearson Educación. Recuperado de http://www.fes-sociologia.com/files/res/11/10.pdf

Hernández Sampieri, R., Fernández Collado, C., y Baptista Lucio, P. (2014). Metodología de la investigación. Sexta Edición. México. Editorial Mc Graw Hill.

Johnson Jr, W. A., Scott, G. M., y Garrison, S. M. (2016). The Sociology Student Writer’s Manual and Reader’s Guide (Vol. 2). United States of America. Rowman & Littlefield.

Rey, F. L. G. (1998). Lo cualitativo y lo cuantitativo en la investigación de la psicología social. Revista cubana de Psicología, 17(1). Recuperado de http://www.fernandogonzalezrey.com/images/PDFs/producao_biblio/fernando/artigos/epistemologia_qualitativa/Lo_cualitativo_y_lo_cuantitativo.pdf

Robson, C., y McCartan, K. (2016). Real world research. United Kingdom. John Wiley & Sons.

Weber, M. (2001). Ensayos sobre metodología sociológica. 2ª edición. Amorrortu Editores.

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